sábado, 11 de abril de 2015

Diario de un autor en busca de lectores



Tras Tarragona y Dénia, ayer en Gandia, ese lugar que no sin solemnidad se puede llamar mi ciudad natal. En el mismo edificio donde, a pocos metros de casa, mis cabellos fueron desde muy pronto sometidos a la tijera y la impaciencia de un peluquero cuyo nombre he olvidado (pero no su rostro severo), y en cuyos jardines tomábamos el vermú los días de fiesta (había un estanque con una rocalla y un surtidor en el centro, y esos peces rojos cuyos rápidos movimientos me fascinaban), allí conocí a nuevos lectores, personas a quienes tal vez las imágenes trasmitidas por la palabra, las impresiones, los nombres, los sentimientos expresados en el libro instiguen, en un diálogo silencioso y lleno de misterio, otras tantas.
Al escribir esto, me acuerdo de un personaje muy especial del que tuve noticia hace unos cuantos años, un músico irlandés ciego, Turlough O'Carolan, compositor de las más bellas piezas para arpa celta en el siglo XVIII, un músico ambulante que se ganaba la vida viajando a caballo por toda Irlanda, animando bodas y celebraciones. Los Chieftains le dedicaron un disco maravilloso, quizá el mejor de su carrera, acompañados por una orquesta de Belfast (escúchalos si no los conoces, lector ocioso que has entrado aquí; ¡pardiez, no dejes pasar otro día más de tu vida sin oír al grupo del gran Paddy Moloney!) Compuso una pieza llamada Oda al Whisky, que puede dar una idea de su gusto por el alcohol (un santo bebedor, sin duda) pero a mí me impactó una dedicada a una mujer con motivo de su boda, Madame Cole, de la que al parecer Turlough (Edward en gaélico) estaba enamorado. Se cuenta que décadas después de haber besado -siendo ya ciego- su mano, le bastó volver a tener esa mano entre las suyas para reconocerla. Antes de morir tuvo el temple de componer una pieza desgarradora, terriblemente hermosa, llamada Carolan's Farewell to Music: la despedida de la música de Carolan.
Me siento un poco O'Carolan. Viajando a lugares que son míos, aunque de distinta forma (si bien los lugares los lleva uno consigo y al final todos acaban siendo el mismo), y hablando de las historias que he creado. Ayer, un lector al que ya conocía, aunque no le he tratado mucho, me hizo ver ciertos ecos de Wittgenstein, nada menos, en uno de los relatos. La concisión del Tractatus versus la concisión de la descripción de un personaje. Me sorprendió, y me sentí muy halagado. Que el protagonista del relato hiciera una tesis sobre el filósofo vienés no es gratuito. Esas decisiones, cómo viste, qué lee, qué escucha, etc. un personaje, nunca lo son, y a menudo, esconden claves personales. Leí hace años, tal como le dije al bueno de K., una excelente biografía de Ludwig Wittgenstein, en mi opinión uno de los personajes más interesantes que ha dado el siglo XX.
Lo pasé bien en Gandia y Paco Sanz, director del grupo Radio Gandia-SER, me hizo una excelente introducción, aunque, como le ocurre al protagonista de American Tune (Una canción para el Sr. Morant) volví a sentir como “mi” Gandia de siempre se va desdibujando: Filatelia Alborch cerrada y en venta, por no mencionar otras tropelías, como el cierre de Tano, o Ausias convertido en una cafetería (me pregunto qué habrá sido de aquel probador que era una cabina de teléfono inglesa), o el propio Fomento sin la vieja sala de los sofás y butacones tras las cristaleras desde donde los viejos socios contemplaban la calle San Francisco de Borja.... Tempus fugit.
Y ahora pensando en Valencia, a donde llegaré, impulsado por el arpa del gran O'Carolan, el 24 de abril. En el LOCO Club (excelente nombre para hablar de literatura) conoceré a gente para los que, tal vez, algo de lo escrito en la bendita y creativa soledad de mi mesa de trabajo, les abra una pequeña chispa, un ínfimo relámpago, en su mente.

Os dejo con O'Carolan.


Y esta es la entrevista que me hicieron en Radio Gandia SER, en el magazine Hoy por hoy. La escucharéis  AQUI , en Soundcloud, desde el minuto 19. 


Dejo también unas fotos. Como decían (creo) en El Cielo sobre Berlín, si no hay una foto tuya es que no existes.











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